SANCHEZ IBARZABAL, PALOMA
Cuando Simón se disfrazaba de oso, sabía que no era un oso. ¡Pero lo hacía tan bien como si de verdad lo fuera! Otras veces prefería disfrazarse de lobo. A veces de lobo bueno. Y otras, de lobo malo.
Simón, durante el tiempo que iba disfrazado, se olvidaba del otro Simón: ¡ese niño que nunca sería capaz de hacer tantas cosas! Aunque quizá haya algún disfraz que pueda quitar el miedo a los niños miedosos...